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sábado, 16 de abril de 2011

El Lado Oscuro de Calvino


La quema de Herejes y "brujas" fue práctica común en el protestantismo


Juan Calvino, creador de la ideología protestante

En Ginebra, con una población de 16,000 habitantes, se llevaron a cabo cincuenta y siete ejecuciones y setenta y seis expatriaciones en un periodo de cinco años. Todas estas condenas fueron sancionadas por Calvino. Para preparar un sistema eficaz, Calvino hizo uso del estado para infligir penas más severas. Dichas penas demostraron ser excesivamente violentas; en 1546 cincuenta y ocho personas fueron ejecutadas y setenta y cinco desterradas.

Desde 1541 hasta 1559 tuvieron lugar los actos oficiales del Concilio, exhibiendo un oscuro capitulo de censuras, castigos, encarcelamientos y ejecuciones. Durante los estragos de la peste en 1545, más de veinte hombres y mujeres fueron quemados vivos acusados de brujería, y de una perversa conspiración para propagar la horrible enfermedad. Desde 1542 hasta 1546 se llevaron acabo cincuenta y ocho juicios de muerte y setenta y seis decretos de destierros. Durante los años 1558 y 1559 los casos de varios castigos para toda suerte de ofensas sumaron cuatrocientos catorce--una proporción muy grande para una población de 20,000 habitantes. Los oponentes de Calvino -Bolsec, Audin, Galiffe (padre e hijo)- recurren a la mayoría de estos hechos, y, pasando por alto todo lo bueno que él ha hecho, condenan al gran Reformador como un despiadado y cruel tirano.

¡El 27 de Octubre de 1553, Juan Calvino, el fundador del Calvinismo, tenia a Miguel Servet, el médico español, clavado con estacas en las afueras de Ginebra, siendo consumido en las llamas por causa de sus herejías doctrinales! Este acontecimiento era algo que Calvino había considerado un largo tiempo antes que Servet fuera siquiera capturado, por el hecho de que Calvino escribió a su amigo, Farel, el 13 de febrero de 1546 (Siete años antes del arresto de Servet) y quedó anotado diciendo:

Servet me escribió recientemente con una presumida arrogancia, e incluyó a su carta un largo volumen de sus delirantes fantasías, que a mi parecer son algo desconcertantes e insólitas. Él se encargaría de venir aquí, si yo estuviese de acuerdo. Pero yo no estoy dispuesto a dar mi palabra para su seguridad, porque si él viniese, de ninguna manera le permitiré partir vivo, de tal modo que mi autoridad sirva para este provecho.

Obviamente, en ese día en Ginebra, Suiza, Calvino tenia la autoridad final. Es por esto que algunos se refieren a Ginebra como la "Roma del Protestantismo" y a Calvino como el "famoso ‘Papa’ Protestante de Ginebra."

Durante el Juicio a Servet, Calvino escribió a su amigo:

Yo espero que el veredicto requiera la pena de muerte.

Aunque Calvino consintió en el pedido de Servet para ser decapitado, él aparentemente aprobó el modo de ejecución empleado. Pero, ¿Por qué quería Calvino que Servet fuese decapitado? ¿Por qué deseaba la muerte de Servet en primer lugar? Contestemos estas dos preguntas en orden:

En un momento dado, es verdad, Calvino quiso a Servet decapitado. La decapitación era empleada para los ofensas civiles, y Calvino quiso aparentar que esto era una cuestión civil en lugar de una religiosa. Pero como no había apoyo para esto, la idea fue desechada.
Para rescatar a Servet de sus herejías, Calvino contestó con la última edición de sus Institutos de la Religión Cristiana, que Servet devolvió prontamente con comentarios marginales insultantes. A pesar de las suplicas de Servet, Calvino, que desarrolló un intenso odio a Servet durante la correspondencia, rehusó devolver cualquier material incriminatorio.
Declarado culpable de herejía por las autoridades católicas romanas, Servet escapó de la pena de muerte por una fuga de la prisión. Dirigiéndose a Italia, Servet se detuvo inexplicablemente en Ginebra, donde él había sido denunciado por Calvino y los Reformadores. Él fue capturado el día de su llegada, y sin querer retractarse, fue condenado como hereje y quemado en 1553 con la tácita aprobación de Calvino.
En 1545, Juan Calvino escribió:
"Yo no me atrevo a tener un testimonio demasiado fuerte a su favor, ni a declarar cuan provechosa será su lectura , para que no pueda parecer que valoro demasiado mi propio trabajo . Sin embargo, al menos esto puedo prometer, que será un especie de clave que abra para todos los hijos de Dios un acceso recto y eficaz a la comprensión del sagrado tomo. Por esta razón, si nuestro Señor me da de aquí en adelante los medios y la oportunidad de componer algunos Comentarios, yo emplearé la mayor brevedad posible, ya que no habrá ocasión de hacer largas digresiones, viendo que en cierto modo he deducido extensamente todos los artículos que pertenecen al cristianismo.
Y ya que estamos obligados a reconocer que toda verdad y doctrina legítima proceden de Dios, yo me aventuro osadamente a declarar lo que pienso de esta obra, reconociéndola como la obra de Dios en lugar de mía. A él, de hecho, la alabanza debida por ésta debe atribuírsele"
Calvino lo tenía arrestado [a Servet] como un hereje. Declarado culpable y quemado hasta morir.
Pero el destino de Servet estaba decidido irrevocablemente. En prisión fue sujeto a un cruel trato; y le negaron el beneficio de un abogado ... Sus puntos de vista religiosos no habian sido expuestos ni impresos en territorio de Ginebra. El gobierno de Ginebra, por lo tanto, no tenía ni la más mínima jurisdicción legal para su arresto, encarcelamiento, tortura y muerte.

Desde el momento en que Calvino lo hizo arrestar el 14 de agosto, hasta su condenación, Servet pasó sus días restantes en un atroz calabozo sin luz ni calefacción, con poca comida, y sin instalaciones sanitarias.

Que se sepa que alrededor de los pies de Servet se puso madera semiverde y que se le colocó en la cabeza una tiara espolvoreada con azufre . Tomó mas de treinta minutos darlo por muerto en semejante fuego. Otro relato dijo que fueron tres horas. Dirigiéndose a la ejecución, el amigo de Calvino, Farel, caminaba junto al hombre condenado.

Farel y Servet

Farel caminaba junto al hombre condenado, y mantenía un constante ataque verbal, con total insensibilidad a lo que Servet podría estar sintiendo. Todo lo que él tenia en mente era arrancar del prisionero un reconocimiento de su error teológico--un ejemplo impactante de la desalmada "cura de almas". Unos minutos después de esto, Servet dejo de responder y oró en voz baja para sí mismo. Cuando llegaron al lugar de la ejecución, Farel anuncio salvajemente a la expectante muchedumbre "Aquí ustedes ven cuánto poder posee Satanás cuando tiene a un hombre bajo su dominio. Éste hombre es un distinguido erudito, y él quizás creyó que estaba actuando correctamente. Pero ahora Satanás lo posee completamente, como podría también poseer a ustedes, si cayeran en sus trampas."
Cuando el ejecutor empezó su trabajo, Servet susurro con voz temblorosa "¡Oh Dios, Oh Dios!" El frustrado Farel exclamó exaltado "¿No tienes nada más que decir?" Esta vez Servet le contestó "¡Qué otra cosa podría hacer, sino hablar con Dios!" Entonces él fue levantado y colocado en la hoguera y encadenado a las estacas. Un corona espolvoreada con azufre fue colocada en su cabeza. Cuando las fajinas fueron encendidas, un lamento penetrante de horror salió de él. "¡Misericordia, misericordia!" Por más de media hora la horrible agonía continuó, porque la pira se había hecho de madera semiverde y se quemaba lentamente. "Jesús, Hijo del Dios eterno, ten misericordia de mí," exclamó el hombre atormentado en medio de las llamas ....
La agonía, sin embargo, fue prolongada. Parece ser que en el caso de Servet fue usada madera verde, por eso fue que transcurrieron tres horas antes de que él fuera declarado muerto.
El proceso contra Servet sirvió como modelo de juicio a un hereje protestante, no difirió en ningún respecto de los métodos de la Inquisición medieval .... La "exitosa Reforma" tampoco era capaz de resistir las tentaciones del poder, asi fue como asesinó a sus oponentes doctrinarios en sus territorios con su propia inquisición. Otros de los tantos episodios concierne a Jacques Gruet. Gruet, a quien Calvino consideraba un libertino, había escrito cartas criticando al Consistorio y, aun más seriamente, había solicitado al rey católico de Francia que interviniera en los asuntos políticos y religiosos de Ginebra. Con la cooperación de Calvino él fue decapitado, acusado de traición. Esto no diferia de la inquisicion católica en lo absoluto, por su parte Lutero se encargaría de incitar a los principes para perseguir y asesinar a anabaptistas, calvinistas y católicos...
Sobre la base del Calvinismo se creo una nueva forma de entender el Cristianismo, justificando crimenes y tratando de "divinizar" un nuevo modelo de usura y explotacion llamado capitalismo.
Lutero no creo el protestantismo, de hecho quiso reformar la Iglesia, como bien llama Paul Johnson: "el luteranismo es un catolicismo simplificado", Calvino por su parte creo un nuevo mundo: el mundo protestante, una religión sin imagenes, sin eucaristía como cuerpo de Cristo sino visto de manera simbólica, lleno de odio hacia las demás religiones en especial la católica y la predestinación salvaje que puede justificar cualquier injusticia de la vida.


sábado, 9 de abril de 2011

LOS ORÍGENES DEL CORÁN



No se puede abrir uno u otro de los miles de libros consagrados a la saga musulmana sin encontrar la versión oficial de la vida del profeta y de su inspiración divina. Todos los sabios, eruditos, traductores y vulgarizadores reproducen de manera fiel una única y misma historia. ¿Puede dudarse de su veracidad ante semejante unanimidad? La respuesta es afirmativa. En un libro que se titula “Pequeña guía del Corán”,(1) Laurent Lagartempe dedica varias páginas al examen de las fuentes del Corán para demostrar esencialmente tres cosas: - que toda la historia de Mahoma depende de un único documento, que a su vez se remite al relato de un solo cronista; - que la veracidad de lo que se dice no puede probarse por otros testimonios contemporáneos o cercanamente posteriores a la época de Mahoma, ya sea dentro o fuera del mundo árabe de la época; - que más allá de algunas realidades o leyendas consignadas en el Corán o existentes al margen de él, el Islam es una entera impostura que pasa por religión cosechando por aquí y por allá de fuentes judías, paganas y cristianas, ya sean éstas ortodoxas u heterodoxas. Veámoslo en detalle. FUENTES HISTÓRICAS, ESCRITAS Y ORALES La historia de Mahoma —que más que historia, es una leyenda— descansa toda por entero en los relatos del “Libro de la vida del enviado de Dios”. Este libro, que es comúnmente llamado “sirat” o “sira”, es una biografía del profeta encargada por el califa Otmán en el siglo IX, y cuyo autor reproduciría los relatos de un cronista, Ibn Is’hâq (+ 768), quien vivió alrededor de 140 años después de la muerte de Mahoma y recogió todo lo que la tradición oral contaba acerca de aquél. Fuera de esta “sirat” no existe ninguna otra biografía de Mahoma. Todos los trabajos de investigación histórica emprendidos no han aportado ninguna fuente documental nueva, de modo que los eruditos musulmanes se ven obligados a repetir una y otra vez lo que se cuenta en la “sirat”. Tampoco existe trazo alguno de la figura de Mahoma en las numerosas crónicas no musulmanas de la época. San Sofronio, Obispo de Jerusalén en 634, abrió las puertas de la ciudad a las huestes del califa Omar en 638, y a pesar de conocer los planes del jefe árabe, no hace alusión alguna a un profeta o a una religión nueva. Hacia 644 el emir Said ibn Amir sostuvo una controversia con el Patriarca Juan I, jacobita. En los documentos que de eso han quedado el emir, lejos de hablar de Mahoma, invoca la Torah judía para contradecir a los cristianos que afirman que Cristo es Dios. Las consonantes mhd (Mahomed) y los patronímicos derivados, que designan a conquistadores o jefes guerreros, aparecen en ciertas crónicas no musulmanas de época. Sin embargo, los acontecimientos que en ellas se remencionan tuvieron lugar después de la fecha consignada por la tradición sobre la muerte de Mahoma, en 632. Ahora bien: la ausencia de fuentes escritas no se opondría al principio de historicidad de los hechos relatados por la “sirat” si existiese una fuente oral confiable. Sin embargo, no es así. Maxim Rodinson, autor del libro “Mahomet”, previene a sus lectores de la siguiente manera: “las tradiciones orales no son muy seguras y se alejan de la realidad de los hechos (…) Los forjadores de tradiciones tenían cierto don literario. Daban a sus narraciones ese carácter vivo, ágil, familiar que constituye su encanto”. Tras una larga recensión de las tradiciones musulmanas, Patricia Crone afirma en “Hagarism, the making of the islamic world”: “La tradición esencialmente histórica a la que se supone que los narradores agregaron sus fábulas no existe. Dado que un narrador seguía a otro, el bagaje del pasado se reduce a un bagaje común de historias, temas y motivos fáciles de combinar y recombinar en medio de una profusión de hechos aparentes”. De esta manera, la fiabilidad de la tradición oral depende por entero de la fiabilidad de los propios narradores, que se remontan en cadena hasta el primer narrador. En el caso de las narraciones árabes, los expertos sostienen que esta condición puede admitirse a partir del siglo X, pero no antes. Como el término “Mahoma” no aparece sino recién en el siglo IX, no se hace mención de él en ningún texto externo al Islam, y la raíz mhd resulta por igual aplicable a cualquier jefe guerrero, no existe ningún indicio histórico que confirme la leyenda del sedicente profeta. FUENTES REALES Lo que a los estudiosos del Islam más les llama la atención es la ausencia de originalidad religiosa. Una observación que no es nueva, pues el primero en plantearla fue San Pedro el Venerable, abad de Cluny (en el siglo XII). El exégeta protestante alemán Harnack, por su parte, ya decía en el siglo XIX que esta religión es tributaria de sectas judeo-cristianas. El propio Corán confirma esta ausencia de originalidad. Dirigiéndose a los hijos de Israel afirma: “Y creed en el Qur’an que he revelado y que confirma los Libros que poseéis” (II, 41). “Este Qur’an que hemos revelado, tal como fue revelada la Torá, es un libro lleno de gracias, perpetuo hasta el Día del Juicio Final, que confirma los precedentes Libros revelados, corroborando sus respectivas revelaciones” (VI, 92). “En estos relatos hay (…) verdad revelada, afirmando la veracidad de los Libros celestiales y la de los Profetas precedentes” (XII, 111). “Anteriormente al Qur’an, Dios reveló la Torá, como una guía y misericordia para los mundos. Este Qur’an que están rechazando es una confirmación para los libros anteriores; Dios lo reveló en idioma árabe” (XLVI, 12). Pueden rastrearse en él vestigios, nociones, fábulas y símbolos de las tradiciones babilónicas, judaicas, siríacas, armenias y griegas. Así, por ejemplo, la pluralidad de cielos —“Su voluntad se dirigió hacia los Cielos y los constituyó en siete Cielos” (II, 29)— es de origen babilónico. Lo que refiere acerca de la caída de los ángeles, la creación del hombre y la resurrección de los muertos provienen ciertamente de fuentes bíblicas. Además de las referencias explícitas a la Torah judaica, toma prestados pasajes del Talmud, v. gr., sobre el arrepentimiento de Adán: “Adán y su esposa se dieron cuenta de su equivocación y el daño que se produjeron a sí mismos, y Dios inspiró a Adán palabras para que las pronunciara como arrepentimiento y petición de perdón” (II, 37); la fábula sobre la conducta de Caín tras el homicidio de Abel proviene de la Midrash: “Consternado, después de haber matado a su hermano, lo embargó un inmenso desconcierto, sin saber lo que debía hacer con su cadáver. Dios envió un cuervo que se puso a excavar en la tierra para enterrar a otro cuervo muerto, mostrando, de esta manera, al asesino cómo inhumar el cadáver de su hermano; entonces el asesino se arrepintió por su crimen” (V, 31). Los relatos acerca del viaje del bicornio (XVIII 83-90) son una transposición de un viaje fantástico atribuido a un célebre rabino judío. Coré, descendiente de Leví (XXVIII, 76), es objeto de una leyenda de origen talmúdico. Ciertos detalles de la vida de José, hijo de Jacob (XII, 23, 21, 67, 72), la conversación entre un pájaro y Salomón, entre muchos otros, son de la Midrash. Tampoco faltan del Corán referencias al Evangelio, aparte de la persona de Jesucristo, María y los Apóstoles, tampoco quedan al margen de este libro. Así, por ejemplo, “Y muchos seres vivos que habitan la Tierra junto a vosotros no pueden, por su debilidad, llevar y trasladar su sustento para comerlo o ahorrarlo. Dios les facilita la vida, y el modo de buscar su sustento” (XXIX, 60) remite a la célebre imagen de los pájaros que no se preocupan por lo que han de comer. Otras son más que evidentes: “quienes ofrecen sus riquezas por la causa y obediencia (…) es como el caso de quien siembra una semilla en tierra y de ella surge una pequeña planta que porta siete espigas y en cada espiga hay cien granos” (II, 261). “Las obras buenas o malas, aunque tuvieran el tamaño de un grano de mostaza…” (XXXI, 16). En fin, todas estas metáforas tomadas de la agricultura son completamente extrañas a la mentalidad de pueblos nómades y beduinos… Por fin, otra buena parte del Corán está hecha a partir de textos apócrifos y gnósticos. A los primeros hay que atribuir diversos prodigios que se cuentan sobre el Niño Jesús: “Dios distinguió a Jesús con ciertas particularidades: hablaba a la gente desde su cuna de manera clara, comprensible y sabia” (III, 46), que es del Pseudo-Mateo; “Dios envió a Jesús como Su mensajero a los israelitas, mostrando la veracidad de su mensaje con milagros que Dios le concedió: moldear la forma de un pájaro de barro y luego, soplándolo, darle vida y movimiento” (III, 49), que proviene del texto griego del Pseudo-Tomás; “no es cierto que lo mataron, como pretendieron; no lo crucificaron como aseveraron, sino que sólo les pareció haberlo crucificado” (IV, 157), doctrina profesada por ciertos herejes de la época pues el autor del apócrifo “Hechos de San Juan” hace decir a Jesucristo: “Yo no soy aquél que clavaron sobre la cruz”; “toda alma vendrá [al juicio final] con un guía y un testigo” [dos ángeles], detalle que figura en el Apocalipsis de Pablo. A la influencia gnóstica, que pasa al Corán de manos de la secta de los nazarenos, hay que atribuir, en cambio, la repetida negación de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. En síntesis, el juicio acertado de los eruditos no puede ser más evidente: el Islam, como religión, es una especie de amalgama ecléctica de judaísmo y cristianismo. En una palabra, un judeocristianismo arabizado. NOTAS: (1) Laurent Lagartempe, “Pequeña guía del Corán”, ediciones de París, año 2004.