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martes, 4 de mayo de 2010

Europa actual. Mitad religiosa, mitad laica

Una Suecia atea y una Polonia católica

Por Karolina Chodorowska – Warszaway polarizado. Cruz

Más de la mitad de los europeos cree en Dios. ¿En cuál? La diversidad religiosa está en el corazón mismo de la construcción europea… A menos que el laicismo sea precisamente su cimiento.

El 52 % de los europeos cree en la existencia de Dios, el 27% prefiere rezarle a un espíritu o una forma de vida… y, finalmente, el 18% se declara simplemente ateo. Es el instituto de sondeos europeo, el Eurobarómetro, el que reveló esta información. Si la cuestión se considera desde un ángulo nacional, sin embargo, se descubre un continente muy polarizado. Quitando el Vaticano, país católico por excelencia, algunos países se sitúan en cabeza de lista de ateos declarados.

Más al norte por ejemplo, en los países escandinavos, su número alcanza el 80% según otra encuesta, la de Grace Davie.

En el viejo continente tenemos, por un lado, a Francia y la República Checa, ambas laicas, y por el otro a Polonia o Irlanda, donde el porcentaje de no creyentes es muy débil (3% y 7% respectivamente). Sin embargo, precisamente en Polonia, mientras que más del 95% de la población dice identificarse con el catolicismo, solo la mitad es practicante con regularidad.

A principios de 2009, Europa fue testigo de la primera campaña atea masiva con el mensaje “Dios no existe” pegado en las paredes.

Antes, en el marco del festival de Edimburgo, tuvo lugar un debate sobre el papel del nuevo ateísmo en Europa, con la participación del archiescéptico Christopher Hitchens, autor de un libro que ha hecho hablar mucho de él: Dios no es grande: Cómo la religión envenena todo (God Is Not Great: How Religion Poisons Everything). ¿Podemos decir que existe una especie de “evangelización atea”?

Construcción de una Europa laica

Por ejemplo, para los sociólogos de las religiones, que se apoyan en las tesis de los “padres espirituales” Freud y Marx, la creencia en Dios desaparece cuando ésta deja de ser útil.

Si no nos falta alimento, si las enfermedades no nos amenazan, entonces el recurso a una instancia divina se vuelve menos urgente.

En la cultura europea, muchos ateos célebres han tenido un papel innegable, comenzando por Sócrates, que fue condenado a muerte por razones políticas en gran medida a causa de su ateísmo.

En el mundo moderno, el ateísmo ha penetrado en los salones europeos al mismo tiempo que las Luces francesas, donde se podía encontrar a Diderot, Montesquieu, Rousseau o Voltaire. Gracias a la Revolución Francesa, el ateísmo salió de sus despachos y tocó al pueblo en las calles. El concepto de laicismo, la separación entre lo civil y lo religioso, tomó forma.

Un siglo más tarde, en Alemania, Nietzsche anuncia la muerte de Dios; y en Inglaterra, Darwin prueba que el hombre es obra de la evolución, y no una creación divina. Finalmente, en el siglo XX, Europa se divide, con los ateos marxistas-leninistas al Este, y los existencialistas al Oeste.

Tras la firma del Tratado de Roma, que marca el comienzo de la integración europea en 1957, las sociedades de la Europa Occidental se secularizan rápidamente. De manera aparentemente irreversible.


¿Qué futuro para la religión?

La Europa unida se interroga sobre su identidad y sobre el sentido de su diversidad religiosa en su construcción. Para Slavoj Žižek, filósofo y psicoanalista esloveno, es precisamente el laicismo lo que podría servir de cimiento ideológico universal de Europa. Afirmación que contradice el sociólogo Radoslaw Tyrala, que pone en cuestión este tipo de razonamiento.

Para él, tal idea reposa sobre un principio simplificador según el cual la religión es fuente de conflictos:

La religión no es la causa de los conflictos. El mecanismo de nuestra mente que efectúa separaciones entre lo que nos es propio y lo que no está en cuestión. Pienso que no existe una ideología que pueda garantizar perfectamente el orden europeo“.

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